domingo, 16 de septiembre de 2012

Eugenio Gambetta Gabin La reelección sobrevuela el Río de la Plata


Cristina Fernández de Kirchner no puede ser reelecta en la próxima elección nacional argentina. José Mújicano puede serlo en los comicios presidenciales del Uruguay de 2014. Pero el fantasma de la reelección sobrevuela el Río de la Plata.
En Argentina, porque los militantes kirchneristas sueñan con una compleja reforma constitucional que incluya una cláusula para habilitar que la reelección pueda concretarse y que Cristina extienda hasta el 2019, el ciclo que comenzó su difunto esposa el 25 de mayo 2003. Desde esa fecha y hasta el 10 de diciembre de 2007,Néstor Kirchner fue el presidente de los argentinos; luego entre ese día y diciembre de 2011, la jefa de Estado fue su esposa y hasta 2015 tiene su segundo mandato
En Uruguay, porque la dirigencia del oficialista Frente Amplio coinciden que la victoria está asegurada si su candidato es Tabaré Vázquez y entienden que si acepta postularse, saca “un problema de encima” para buscar otra figura. Vázquez, médico socialista fue presidente entre el 1º de marzo 2000 y el mismo día de 2005, cuando asumió Mujica el período que termina en 2010. Los izquierdistas uruguayos quieren a Vázquez para gobernar hasta el 1º de marzo de 2015. En esa fecha, Tabaré ya tendrá 75 años.
Reglas de juego
En Argentina, hoy sólo está permitida la reelección por un período, y para volver al cargo de jefe de Estado y de Gobierno, la figura política que ocupa la Presidencia debe dejar un período en el medio. Eso significa que un lapso de 20 años, una misma persona puede ocupar la Presidencia durante 16 años (un período de cuatro, reelecto por otro de cuatro, dejando uno en espera, volviendo con uno de cuatro y logrando la reelección por cuatro años más)
En Uruguay no está permitido que un presidente pueda presentarse a renovar el cargo, pero puede volver a la Presidencia por voto popular siempre dejando un período en el medio. Eso implica que un lapso de 15 años, una misma persona puede ocupar la Presidencia durante 10 años (un quinquenio de presidente, la espera de un período y el retorno a otro quinquenio).
O sea que la Constitución de cada país pone límites a la permanencia en el máximo asiento de poder, diferente en cada país, pese a lo cual una misma persona puede ocupar la primera magistratura durante varios años, en un tiempo bastante acotado. Las barreras a la reelección procuran evitar que el gobernante aproveche una posición de poder para eternizarse en el mismo y apuntan a promover la renovación de liderazgos.
Cuestiones de alcoba
Los argentinos tienen esa cosa de encontrar atajos para sacarse los gustos, y eso corre también para la política. El uso de poder para mantenerse en el ejercicio del gobierno no se frena con estas cuestiones institucionales, cuando un matrimonio traslada la unión familiar a una alianza política para ganar la presidencia y mediante enroques sucesivos, quedarse como un reinado.
Así fue que en 1951 se armó la fallida fórmula Perón-Perón, con el general Juan Domingo como presidenciable y la ascendiente Eva Duarte (“Evita”) como vice, lo que no se pudo concretar por su avanzada enfermedad (fue sustituida porJuan Hortensio Quijano).
Lo mismo ocurrió también en este movimiento populista cuando en octubre de 1973 se presentó otra fórmula electoral y matrimonial, Juan Domingo Perón como presidente y María Estela Martínez de Perón (“Isabelita”) como vicepresidenta.
En 2007, cuando vencía el mandato deNéstor Kirchner, la duda que sobrevoló la campaña electoral fue si él se presentaría a la reelección o si dejara el camino a su esposa Cristina Fernández. La definición era estratégica, porque en los hechos todo estaba pensado para que el matrimonio siguiera gobernando, alternándose ambos en el cargo y usando el mecanismo de reelección según la relación de popularidad.
Hermandad de sangre
Uruguay no se presta para estas cuestiones de mezcla de política de Estado y asuntos de alcoba. Al menos no hay antecedentes de esa naturaleza.  Es más, en estos últimos tiempos se ha hablado sobre la posibilidad de que el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) promoviera a la senadora Lucía Topolanskycomo candidata presidencial para 2014, pero eso no ha tenido andamiento.
Topolansky es la esposa del presidente José Mujica, pero su peso político es propio, como dirigente histórica del MLN-T) y es la figura fuerte del Movimiento de Participación Popular (MPP), una alianza más amplia que el grupo tupamaro y que hoy tiene la mayoría relativa del oficialista Frente Amplio.
El propio Mujica ha desechado ese planteo y ha expresado su decisión de impulsar otra figura política como sucesor: el actual presidente de la empresa petrolera estatal ANCAP, Raúl Sendic, hijo del fundador de la guerrilla tupamara. Pese a eso, tanto Mujica como Topolansky, saben que si Tabaré Vázquez confirma que quiere ser candidato, no habrá competencia interna para disputarle la postulación presidencial.
En ese caso, como no hay reelección presidencial directa e inmediata, se recurre a la reelección del anterior, del que está en condiciones de hacerlo por Constitución, y de esa forma se cierra el paso a otra renovación de liderazgo.
Renovación trancada
A su forma, el sistema político de cada país, las reglas y más que las reglas los hábitos y prácticas partidarias, determinan que la renovación de liderazgos es más compleja de lo que parece. Muchas veces la gente, el electorado, plantea de por qué se presentan siempre las mismas figuras. Y la respuesta no es sencilla pero tiene bases en ese entramado partidario.

En Argentina, porque el movimiento populista del peronismo se conduce con una ambición de poder por el poder mismo, y el que tiene el bastón de poder lo usa para hacerse respetar. En Uruguay, porque es un país de adultos en el que se destaca a un cuarentón como figura joven, y porque la dirigencia se aferra a los “veteranos” como mecanismo de seguro de victoria. No se puede arriesgar.
La oposición argentina tiene un drama para mostrarse como alternativa y ofrece una renovación que termina siendo tímida. La oposición uruguaya muestra que nuevos dirigentes se abren paso, en algunas situaciones pidiendo la bendición de los veteranos, pero le cuesta articular fuerzas para competir de igual a igual con el oficialismo. Igualmente, es la oposición la que muestra rostros más jóvenes, tanto en hombres como mujeres, y usará eso como diferencial en la próxima elección.
En ambos países del Plata, la fórmula de la reelección es la que se empuja para asegurar el poder. Cristina Fernández percibe que la posibilidad de una re-reelección se frena ante un rechazo popular que se expresa en las encuestas. A los argentinos les rechina tanta acumulación de poder. José Mujica no busca una reforma para seguir de largo, ni habilita que lo haga su esposa, que es la primera senadora del país, pero sostiene que su antecesor Tabaré Vázquez tiene el número uno para sucederlo.
Así, cuesta mucho ver renovación política, empuje de gente joven por asumir liderazgo y apertura a debates con ideas más frescas, sin la contaminación de batallas históricas.

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